La imparable evolución tecnológica nos facilita la vida en múltiples aspectos de nuestro día a día. Cada vez es más sencillo acceder a datos e información con un simple teléfono móvil o dispositivos portátiles a nivel usuario. La innovación nos aporta conocimiento en tiempo real, una amplia gama de guarismos fisiológicos y biomecánicos.¹ Tener esos datos es un arma de doble filo, ya que nos pueden proporcionar un exceso de contenido que debemos interpretar. Medir y controlar sí, pero sabiendo que significa cada cosa y que valor nos aporta.
¿CÓMO MEDIR UN ENTRENAMIENTO?
Las posibilidades de control y medición de un entrenamiento son tantas como áreas queramos analizar. Podemos medir la frecuencia cardiaca, la potencia, la velocidad, los metros que recorremos, las calorías que consumimos…Dependiendo del objetivo que te plantees deberás atender a un contenido u otro. Así una persona que busca perder peso se centrará en las calorías gastadas mientras que otra especialista en un deporte enfocará más su análisis en parámetros concretos de su actividad.
Las personas expertas en un deporte o disciplina suelen recoger más datos que las amateur, ya que buscan “hilar más fino” en sus entrenamientos. Sin embargo, las inexpertas a veces pecan de exceso de información y acaban olvidando una parte muy importante: la percepción personal del esfuerzo. Nunca debemos olvidar que aunque las sensaciones son subjetivas, tienen validez científica en el proceso de entrenamiento.²
Una de las herramientas más empleadas es el GPS. El uso de GPS en el deporte permite a los practicantes evaluar los programas de entrenamiento. La distancia total recorrida durante una sesión de entrenamiento o una competición se considera un índice global de la carga de trabajo de cada deportista y, a menudo, es una métrica estable. Los datos del GPS suelen clasificarse en zonas de velocidad en un intento de comprender la distribución de la intensidad.³ Todo ello se vincula a la frecuencia cardiaca y nos permite evaluar con precisión el impacto del entrenamiento.
¿CÓMO SE MIDE EL ESTADO DE FORMA?
Para evaluar el estado de forma hay que realizar el test o prueba apropiada para la cualidad que queremos medir. Sin olvidar que la competición es el examen más preciso. Existe una amplia batería de pruebas para analizar a cada deportista. Algunos de los más empleados:
✓ Resistencia. Dependiendo del tipo de deporte y prueba suelen realizarse test en unas condiciones u otras. El objetivo suele ser determinar el consumo máximo de oxígeno (Vo2máx)⁴, ya que es el principal limitante del rendimiento en esfuerzos de media y larga duración.
✓ Potencia. En este apartado destaca el test de Wingate.⁵ Durante 30” se busca la máxima intensidad posible y se analizan los valores de velocidad, fuerza y potencia.
✓ Velocidad. Se puede determinar el pico de velocidad mediante sistemas de radar o cronometrando el intervalo requerido, ya sea en forma de circuito o bajo una distancia dada.
✓Fuerza. Para conocer los niveles de fuerza suelen emplearse test de 1-RM (una repetición máxima). La carga máxima que podríamos mover en una única repetición. Es posible determinar la 1-RM sin necesidad de mover esa carga, gracias a la velocidad de ejecución con cargas más bajas.⁶
CONCLUSIONES
El desarrollo de la tecnología de “wearables” (sensores portátiles) ha tenido un impacto significativo en el control del entrenamiento. Ahora debemos ser conscientes de la necesidad de interpretar esos datos de manera correcta para poder evaluar y prescribir los entrenamientos. Estos parámetros se pueden usar para detectar patrones de movimiento específicos de la posición, diseñar programas de entrenamiento específicos de deportes más eficientes para optimizar el rendimiento y reducir los marcadores de riesgo lesional.⁷
Bibliografía:
1 Muniz-Pardos, B., Angeloudis, K., Guppy, F. M., Keramitsoglou, I., Sutehall, S., Bosch, A., ... & Pitsiladis, Y. (2021). Wearable and telemedicine innovations for Olympic events and elite sport. The Journal of sports medicine and physical fitness.
2 Arney, B. E., Glover, R., Fusco, A., Cortis, C., de Koning, J. J., van Erp, T., ... & Foster, C. (2019). Comparison of RPE (rating of perceived exertion) scales for session RPE. International journal of sports physiology and performance, 14(7), 994-996.
3 Malone, J. J., Lovell, R., Varley, M. C., & Coutts, A. J. (2017). Unpacking the black box: applications and considerations for using GPS devices in sport. International journal of sports physiology and performance, 12(s2), S2-18.
4 Bassett, D. R., & Howley, E. T. (2000). Limiting factors for maximum oxygen uptake and determinants of endurance performance. Medicine and science in sports and exercise, 32(1), 70-84.
5 Nikolaidis, P. T., & Knechtle, B. (2021). Development and Validation of Prediction Formula of Wingate Test Peak Power From Force–Velocity Test in Male Soccer Players. Frontiers in psychology, 12, 729247.
6 Pareja-Blanco, F., Walker, S., & Häkkinen, K. (2020). Validity of using velocity to estimate intensity in resistance exercises in men and women. International Journal of Sports Medicine, 41(14), 1047-1055.
7 Li, R. T., Kling, S. R., Salata, M. J., Cupp, S. A., Sheehan, J., & Voos, J. E. (2016). Wearable performance devices in sports medicine. Sports health, 8(1), 74-78.
Jaime González Mancha I Especialista en entrenamiento y nutrición deportiva.
Redactor Técnico de Infisport